Conducir bajo los efectos del alcohol es un delito recogido en el artículo 379.2 del Código Penal español, cuando la tasa de alcohol en aire espirado supera los 0,60 mg/l (o 1,2 g/l en sangre). También puede considerarse delito si, aun con tasas inferiores, el conductor muestra síntomas evidentes de alteración y pone en peligro la seguridad vial.

Este tipo de infracción puede tener graves consecuencias penales y administrativas, como:

Retirada del carné de conducir

Multas económicas elevadas

Antecedentes penales

Penas de prisión o trabajos en beneficio de la comunidad

Además, un positivo en alcoholemia puede influir negativamente en otros procedimientos legales, como reclamaciones por accidente de tráfico o seguros.

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